La necesidad de observar el comportamiento de los peces en tres dimensiones o la dificultad de transmitir señales telemétricas son algunos de los desafíos en mar abierto.

La acuicultura 3.0 o de “precisión” permitirá a los productores grandes avances en la gestión de la granja. La diversa información biológica que se podrá obtener de los sensores e instrumentos de medición permitirá la identificación y clasificación de los peces por criterios fisiológicos y comerciales, tales como el tamaño o la pigmentación. También permitirá analizar el comportamiento para controlar el bienestar, hacer un diagnóstico de enfermedades o problemas de estrés.

Esta es la parte amigable de la tecnología y son ejemplos que ya se pueden encontrar en la ganadería terrestre, por lo que muchas de las lecciones aprendidas pueden adaptarse y aplicarse al medio acuático. La acuicultura en tierra con sistemas intensivos ha avanzado mucho en la calidad de los sensores y cámaras y, por tanto, en la obtención de datos que permitan avanzar en la acuicultura de precisión; no tanto así en mar abierto y los dispositivos de transmisión que están aún en una fase temprana de desarrollo.

Pero entre la ganadería y la piscicultura hay grandes diferencias que deben ser tenidas en cuenta. Una gran diferencia surge a la hora de analizar el movimiento de los peces. Mientras el ganado solo tiene un movimiento horizontal, los peces pueden moverse en tres dimensiones, lo que dificulta la interpretación de comportamiento y la calibración del método de observación.

Las condiciones ambientales son más cambiantes en una jaula de peces que en un cercado granjero. Las variaciones pueden darse con mayor rapidez en el mar que en tierra y, además, son más difíciles de controlar.

En la vertical de un vivero flotante, además, pueden darse diferentes gradientes de temperatura y oxígeno disuelto que llegan a afectar a la salud y el bienestar de los animales de manera más consistente que en la ganadería.

Otra gran diferencia entre ganadería y acuicultura está en la alta dependencia que tienen los peces de los acuicultores para alimentarse, o para controlar la densidad de la biomasa.

A nivel tecnológico también surgen grandes retos. Mientras en una granja terrestre la transmisión de los datos se puede hacer por radiofrecuencia, esto no es factible debajo del agua. Por eso, la opción más viable técnicamente en la actualidad es la de trabajar con métodos de visión, aunque no siempre es posible por las condiciones de turbidez del agua, o de observación acústica, más maduras y mejor adaptadas.

No obstante, aunque los sistemas hidroacústicos están mejor preparados para las condiciones acuáticas, aún se deben superar problemas técnicos relacionados con la emisión y la recepción de la señal, pues esta puede rebotar con el fondo marino o la superficie, en consecuencia, no son aplicables a cualquier ubicación de las actuales.

Otro gran desafío técnico está relacionado con la alimentación eléctrica de los aparatos. No solo son necesarios equipos generadores de energía limpia, también es fundamental que la alimentación sea continua para una buena obtención de datos. Un buen sistema de monitorización eficaz precisa de estar retransmitiendo de forma ininterrumpida señales durante 24 horas, algo que no se antoja del todo factible cuando las granjas se ubican en lugares remotos. Muchos de ellos funcionan con gas como fuente de energía, sufren apagones o requieren de un continuo mantenimiento.

Finalmente, los equipos deben estar diseñados específicamente para resistir condiciones extremas de frío, calor y humedad, y hacer frente a la corrosión que afecta de manera especialmente importante a los equipos electrónicos.

De momento, muchos de estos retos no han sido superados de manera satisfactoria. Sin embargo, el tiempo y el esfuerzo permitirán contar en un futuro con una acuicultura de precisión. De momento habrá que estar atentos a cómo evolucionan.

Fuente: Portal Mis Peces