Autor: Portal GQ
Seguramente ya escuchaste hablar de las grasas trans y sabes muy bien que necesitas reducir su consumo para estar sano. Porque así como debe haber un límite en cuanto a tu consumo de azúcares y grasas, lo debes poner cuando se trata de este tipo de grasas porque efectivamente son de las más dañinas.
Las grasas en general como sabemos son un macronutriente que sí necesitamos en cierta proporción para estar saludables, al igual que sucede con las proteínas y los carbohidratos (que son esenciales para ganar músculo). Ellas son una fuente de energía para nuestro cuerpo, nos proveen de ácidos grasos esenciales que no podemos producir, son componentes de las paredes de nuestras células, nos ayudan a absorber vitaminas liposolubles como la A, D, E y K y pueden tener función protectora como es el caso de la grasa visceral (claro, cuando no está en exceso).
Se les ha dado a las grasas una connotación comúnmente errónea debido a que su exceso, aparte de subir de peso, puede conllevar a enfermedades como aterosclerosis o colesterol alto. Sin embargo esto no es del todo cierto. También hay algunas de ellas que nos aportan múltiples beneficios como ya te lo mencionamos.
Dentro de las grasas en general encontramos las insaturadas, las saturadas y las grasas trans; estas dos últimas sí son de las más dañinas que puedes consumir.
Ahora bien, dentro de las grasas trans la Asociación Americana del Corazón (AHA) reporta que hay 2 tipos:
- Trans naturales. Ocurren en el intestino de algunos animales y los alimentos que provienen de ellos las contienen, por ejemplo los lácteos y las carnes.
- Trans artificiales. También llamados ácidos grasos trans y son creadas por la industria al agregar hidrógenos a los aceites líquidos vegetales para que puedan solidificarse. La principal fuente de grasas trans en los alimentos proviene de lo que llaman los “aceites parcial o totalmente hidrogenados”.
La industria alimentaria hace uso de ellas debido a que les salen baratas producirlas, son fáciles de usar, duran mucho tiempo y dan mucho sabor y textura a los alimentos. Más allá de las ventajas que obtienen las empresas, muchos países como Dinamarca, Suiza o Canadá o estados como New York y California han reducido o restringido su uso debido a que ya está comprobado que aumentan el colesterol LDL, el malo por llamarlo de alguna manera, bajan el bueno o sea el HDL y aumentan el riesgo de las enfermedades cardiovasculares o infartos, además de que contribuyen a la diabetes, entre otras.
Alimentos fritos como las donas con rellenos, productos dulces de panadería como pasteles, galletas tipo sándwich, mezcla para pasteles, tartas o los que se refrigeran o congelan como las margarinas, los untables, tu pizza deliciosa lista para servir o la crema para café de la oficina, las incluyen.
Normalmente tendrás que leer las etiquetas nutricionales o la lista de los ingredientes de los productos para saber si los contienen o no. De hecho, aunque algunos de ellos te digan que tienen 0 grasas trans, los pueden tener siempre y cuando haya una proporción menor a 0.5 g por porción o hasta en algunas ocasiones, no aparece en la información nutrimental, pero ya cuando te vas a la lista de ingredientes, las reportan como aceite o grasa parcial o totalmente hidrogenada.
De grasa normal, la misma AHA reporta que tu ingesta de calorías debe provenir el del 25 al 30%, de las cuales no más del 10% deberá ser grasa saturada.
Entonces, la recomendación de las grasas trans debe ir a menos del 1% del total de calorías que consumas al día. Es decir, si comes una dieta promedio de 2000 calorías eso representaría alrededor a 20 calorías y por ende 2 gramos al día de estos lípidos.
Fuente: gq.com.mx
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