Autor: Portal ONU
Se calcula que el 14% del total de alimentos producidos para el consumo humano se pierde, mientras que el 17% se desperdicia. Ambas cifras equivalen a alimento suficiente para alrededor de mil millones de personas en todo el mundo. La falta de refrigeración eficaz contribuye a que cada año se desperdicien unos 526 millones de toneladas de alimentos.
Una de las principales soluciones a la pérdida y el desperdicio de alimentos es una mejor gestión de la cadena de frío, que garantice que los productos se mantienen en unas condiciones de temperatura adecuadas e ininterrumpidas desde la cosecha hasta el plato.
La falta de acceso a la refrigeración a lo largo de la cadena alimentaria crea un círculo vicioso de desperdicio de alimentos y pérdida de ingresos para los agricultores. Esto supone un reto en los países en desarrollo, sobre todo en las zonas rurales, donde se produce la mayor parte de los alimentos.
A la hora de garantizar la seguridad alimentaria de los alimentos, es fundamental mantener la cadena de frío, por lo que todas las etapas implicadas, desde productores hasta distribuidores deben poner especial atención en mantenerla. De nada serviría esta labor conjunta sin la colaboración del consumidor final, pero no menos importante elemento de la cadena, quien también debe mantenerla.
La cadena de frío es el sistema formado por cada uno de los pasos que constituyen el proceso de refrigeración o congelación necesario para que los alimentos lleguen de forma segura al consumidor, además de todas las otras actividades necesarias para garantizar la calidad y seguridad de un alimento, desde su origen hasta su consumo.
Si la cadena de frío se rompe ya no hay vuelta atrás, es decir, no es posible refrigerar o congelar de nuevo. De lo contrario, estaríamos poniendo en riesgo la salud de los clientes. Otras consecuencias negativas de esta irresponsabilidad son:
Fuente: https:unep.org
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