Tratamiento y recuperación de aguas de proceso en la industria agroalimentaria
Autor: Jorge García Ivars- Miembro Equipo AINIA
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La importancia de la gestión integral del agua en la industria ha sido extensamente analizada en los últimos años, ya sea en términos tecnológicos, higiénico-sanitarios, medioambientales, sociales o económicos. Dentro de esta importancia, el rol de la tecnología dentro del tratamiento del agua residual como medio para poder otorgar al agua una segunda vida útil (o extender su ciclo de vida) está fuera de toda duda. Os contamos las diferentes estrategias para el tratamiento de las aguas de proceso dependiendo del foco en el que nos centremos.
Pero no solemos reparar en un punto importante, que, para pensar en reutilizar esas aguas residuales, dicha regeneración, recuperación y desinfección debería realizarse conforme unos criterios de calidad con el fin de convertir esas aguas residuales en aguas de proceso, entrando dentro de lo recogido en el Real Decreto 1620/2007, de 7 de diciembre, por el que se establece el régimen jurídico de la reutilización de aguas depuradas.
Es decir, que las aguas residuales, al igual que las aguas de captación o de suministro, deben cumplir unos parámetros de calidad bien definidos industrialmente por proceso e industria con el fin de garantizar la correcta elaboración de su actividad, y evitar sorpresas desagradables como son la contaminación microbiológica, la contaminación cruzada, las incrustaciones, la corrosión y/o la deposición de compuestos indeseados en elementos susceptibles como tuberías, codos, válvulas, depósitos, elementos de medición, canalizaciones de cualquier tipo, etc.
Ello tiene efectos muy dispares en función de la actividad industrial, pero todos ellos se traducen en disminución de rendimiento de los procesos afectados y, de manera directa, en la economía de la empresa.
Situación de las aguas de proceso
El concepto de agua de proceso podría definirse como el agua que se utiliza o interviene en la actividad productiva de la industria, incluyendo procesos de fabricación (como ingrediente o materia prima), tratamiento, conservación, medio de transporte, generación de energía (calderas, refrigeración, intercambiadores de calor o motores), limpieza e higienización y aplicaciones similares dentro de la industria. Estas aguas de proceso suelen provenir del tratamiento de agua de aporte o suministro de red, subterránea o superficial.
En concreto para la industria alimentaria, el agua de proceso podría identificarse como “todas aquellas aguas utilizadas en la industria alimentaria para fines de fabricación, tratamiento, conservación o comercialización de productos o sustancias destinadas al consumo humano, así como a las utilizadas en la limpieza de las superficies, objetos y materiales que puedan estar en contacto con los alimentos”, tal y como se indica en el texto descrito en el artículo 2.b del Real Decreto 140/2003, de 7 de febrero, por el que se establecen los criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano.
¿Dónde radica la complejidad en las estrategias para el tratamiento de las aguas de proceso?
Las estrategias para el tratamiento de las aguas de proceso se vuelven más complejas que las ya de por sí presentes en los procesos definidos de tratamiento de aguas residuales generadas que conforman una estación depuradora de aguas residuales (EDAR), ya que requiere de una minuciosa caracterización del agua de captación o suministro que se desea acondicionar como agua de proceso, así como del conocimiento de los requisitos de calidad necesarios para obtener un agua de calidad y completar satisfactoriamente su regeneración para ser reutilizada. Aquí es donde radica su dificultad y donde convergen dos vertientes del conocimiento contrapuestas, como son el normativo y legislativo para tener claro los pasos a dar y cuál es nuestro objetivo mínimo y el técnico relacionado con las tecnologías existentes y con los procesos que integran nuestra industria. Por tanto, su enorme variabilidad en función del sector industrial y aplicación dentro del mismo llevan a definir estrategias concretas para cada tipo de agua.
Para la eliminación de materia orgánica: procesos de adsorción por carbón activo
Si se hace foco en la eliminación de materia orgánica presente en esa agua de suministro o de captación, ya no solamente los procesos de separación por membranas como la microfiltración, ultrafiltración, nanofiltración y la anteriormente ósmosis inversa adquieren relevancia, sino que otro tratamiento de interés industrial en las aguas de proceso son los procesos de adsorción por carbón activo, muy similares a los de intercambio iónico en cuanto a concepto, donde se produce la separación selectiva de uno o más componentes presentes en un gas o un líquido a través de su acumulación sobre la superficie de un sólido microporoso en estado sólido. Esta tecnología es especialmente útil para la retención de compuestos orgánicos que proporcionan olor, sabor y color en el agua que pasa a su través, reduciéndose su presencia en el agua de proceso. Actualmente, el material adsorbente (el carbón activo) es el más utilizado, pero se está abriendo el espectro a nuevos materiales donde conviene poner el foco en los próximos años como la alúmina activada, las zeolitas o las estructuras metalorgánicas.
Fuente: ainia.es